jueves, 17 de marzo de 2016

PENSADORA VÍCTIMA DE LA GUILLOTINA

Madame Roland

¡Oh, Libertad!,
¡cuántos crímenes se cometen en tu nombre!

Esta fue la famosa frase que Jeanne Marie Philipon, más conocida como Madame Roland, pronunció antes de morir en la guillotina.

Nació en París el 17 de Marzo de 1754.Desde muy temprana edad mostró una gran capacidad para el estudio, un espíritu apasionado y entusiasta y un talento indiscutible. Fue en gran medida autodidacta; su amor por la lectura la condujo hasta Plutarco (un autor al que se mantendría fiel durante toda su vida), Bossuet o Massillon y, finalmente, con Montesquieu, Voltaire y Rousseau.
Una mujer valiente y notable protagonista de la Revolución. Historiadora y escritora, compartía con su esposo, Jean Marie Roland, su pasión por la literatura y la filosofía.

   Se la considera precursora de la participación de las mujeres en la vida pública, porque, a pesar de que las mujeres en esa época no tenían aún derecho al voto, ejerción una notable influencia en la vida política de su tiempo.

  De ideas republicanas, colaboró junto a los Girondinos (fue la primera mujer jefa de partido)
 Tuvo también un salón en París donde acudían jacobinos como Robespierre.
Físicamente, de Madame Rolland se ha dicho que era atractiva, aunque no hermosa; sus ideas eran claras y con amplitud de miras, sus modales tranquilos y contaba con una aguda capacidad de observación.


Era casi inevitable que se encontrase a sí misma en el centro de toda una serie de aspiraciones políticas y en la compañía de los hombres de progreso de mayor talento.
Comenzó a hacerse impopular cuando el señor Roland expuso públicamente los peores excesos de la Revolución. Madame Roland incluso llegó a acudir a la Asamblea para refutar las falsedades de un acusador, donde su tranquilidad y dignidad provocó entusiasmo. A pesar de ello, las acusaciones continuaron. En la mañana del 1 de junio de 1793, fue arrestada e ingresó en prisión. Su marido huyó entonces a Ruan.
En prisión, fue respetada por los guardias y se le permitió el privilegio de poder escribir y de recibir visitas ocasionales de sus amigos. Allí escribió su Appel à l'impartiale postérité, unas memorias que muestran una extraña alternancia entre el autoelogio y el patriotismo, entre lo banal y lo sublime.
El 8 de noviembre de 1793 fue conducida a la guillotina. Antes de colocar su cabeza en el cepo, se inclinó ante la estatua de arcilla de la Libertad situada en la Plaza de la Revolución (actual Plaza de la Concordia) y pronunció la famosa frase que citábamos al comienzo de este post y por la que siempre se le recordará:¡Oh, Libertad!, ¡cuántos crímenes se cometen en tu nombre!
Dos días después de su ejecución, su marido se suicidó en su refugio situado en las afueras de Lyon.
Fuente:Wikipedia.

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