miércoles, 24 de febrero de 2016

ESCRITORA CON SOMBRERO


Amélie Nothomb nació en Kobe (Japón) en 1967. Su familia proviene de Bruselas, ciudad en la que reside actualmente, aunque pasó su infancia y adolescencia en Extremo Oriente, principalmente en China y Japón, donde su padre fue embajador.
Cuando en cierta ocasión le preguntaron cómo se convirtió en escritora, ella respondió: "Escribía desde los diecisiete años pero no para convertirme en escritora sino para no suicidarme, supongo. Fracasé como traductora en Japón y me dije: «Bueno, querida, ¿cómo vas a ganarte el pan?» "
En su obra hay cuatro verbos intercambiables: uno de ellos es comer y los otros son: escribir, amar y matar. Según ella misma dice "el verbo matar podría contenerlos a todos.
Desde su primera novela, Higiene del asesino, se ha convertido en una de las autoras en lengua francesa más populares y con mayor proyección internacional.

En esta novela no aparece ella en la portada. Lo cual, no ocurre en sus últimas obras, donde su foto en la portada viene siendo lo habitual.
A la pregunta: ¿Por qué eliges tu imagen para salir en portada?
Ella responde:
"En  un mundo ideal no conoceríamos los rostros de los escritores, pero cada vez más necesitamos conocerlos. Me molesta mucho, pero no veo cómo podría cambiar el mundo. Cada año me piden nuevas fotos... es una tortura. Me veo obligada a aceptarlo, siempre y cuando sea una foto que no me desagrade. Detesto mi cara, así que cada año tengo que elegir una o dos fotos mías que me parezcan aceptables. Por supuesto, hay fotos robadas que veo en la prensa y me resultan deprimentes. "

Ella está presente en muchas de sus novelas (a veces muy explícitamente como en Anticrista, novela que cuenta la dificultosa integración que vivió en su etapa universitaria)
Podemos dividir su obra en dos grandes vertientes: la vertiente biográfica, que aun siendo biográfica siempre introduce ficción literaria, como es el caso de Metafísica de los tubos, en la que nos cuenta cómo era su vida desde su etapa natal hasta que empieza a tener consciencia de ésta, y la puramente ficticia, como en Cosmética del enemigo, un relato desgarrador y lleno de contradicciones que te harán caminar a través de la locura que produce la culpabilidad.


En su novela Ácido sulfúrico hace una crítica dura y muy cruda sobre la insensibilización al dolor que nos rodea. ¿Cuántos de nosotros es capaz de seguir comiendo mientras vemos en los telediarios imágenes cruentas? ¿Niños desnutridos? ¿Países en guerra? Con que hay uno, ya es demasiado. ¿En qué nos estamos convirtiendo? ¿Cuándo vamos a decir basta? Es cierto que el ser humano se acostumbra a todo, pero… ¿hasta tal punto?


Anagrama además de esta obra, también ha publicado Estupor y temblores (Gran Premio de la Academia Francesa y Premio Internet, otorgado por los lectores internautas), Metafísica de los tubos (Premio Arcebispo San Clemente), El sabotaje amoroso (Premios de la Vocation, Alain-Fournier y Chardonne), Cosmética del enemigo, Diccionario de nombres propios, Antichrista, Biografía del hambre, Diario de Golondrina, Ni de Eva ni de Adán (Premio de Flore), Ordeno y mando, Viaje de invierno, Una forma de vida, Matar al padre, Barba Azul y La nostalgia feliz.

 En especial, el enorme éxito de Estupor y temblores «supone el reconocimiento, no sólo de la crítica sino también del público, de una autora que desde hace tiempo lo merece por la creación de un mundo propio, rico y singular» (Flavia Company, El Periódico). 

Esta escritora, que «ha conseguido el prodigio de gustar al mayor número de lectores» (Le Monde), fue elegida, en una encuesta realizada por Le Figaro a treinta y cinco críticos literarios, su escritor menor de cuarenta años favorito. En 2006 recibió el Premio Cultural Leteo por el conjunto de su obra, y en 2008 el Gran Premio Jean Giono, asimismo por el conjunto de su obra.




Los formatos de los escritos de Nothomb, además de sus libros ya mencionados, son muy variados, asimismo podemos encontrarnos con el relato corto (Aspirina, La existencia de Dios, Elektra), la novela corta (Sin nombre, El misterio por excelencia, La entrada de Cristo en Bruselas), el teatro (Los combustibles).
 Como se puede apreciar, los títulos de sus obras son algo rocambolescos, tanto como las historias que ellos guardan,  en ellos no cabe el aburrimiento ni las ‘páginas relleno’, pero sí un amplio catálogo cultural de las grandes obras de la literatura universal en forma de intertextualidad muy inteligentemente usada, personajes perfectamente proyectados y sobre todo una temática que no deja indiferente a sus lectores.

 No cabe duda que a Amélie le gustan los sombreros, a cual más raro y exótico, y también le encanta el champán. 
"Todos mis personajes suelen ser megalómanos como la misma autora", confiesa desenfada. "Mi propio proyecto alquimista es convertirme en oro a fuerza de tomar champán y creo que voy a lograrlo", bromea.

El cuatro es un número con el que se identifica esta autora, de hecho, todos los años escribe cuatro novelas con un bolígrafo y levantándose cada día a las cuatro de la mañana, para publicar sólo una. "Las leo en invierno y elijo cuál. Escribir para mí es una absoluta necesidad vital, pero no todo lo que escribo es publicable", concluye.


Sin embargo, casi siempre son menos de cuatro los personajes de sus novelas. Generalmente son dos o tres los que forman toda la trama y algunos secundarios que hacen de hilo conductor. Esta característica hace que la fuerza de la historia recaiga sobre el diálogo de los personajes, con un humor negro e ironía que roza el sarcasmo. A veces logra confundir a sus lectores, aunque sin por ello llegar a perder el ritmo de lectura fresco y ágil que caracteriza su obra.

 Amélie confiesa que siente la misma pasión por la lectura como por la escritura. Aunque con una diferencia, escribir le causa miedo. Aún así, explica:
"Me gusta el miedo. Y lo he experimentado a fondo a lo largo de mi vida. El miedo a escribir es enorme. Françoise Sagan lo decía: "La escritura da miedo. Tanto como conocer a un amante". Entiendo muy bien esa frase. Cuando conoces a un amante, te aterras ante la posibilidad de no estar a la altura. Lo mismo pasa con la escritura."
Chin-chin por Amélie, una escritora con sombrero ante la que hay que quitarse el sombrero...
Por Carmen Marín
Fuentes: Diversos artículos de periódicos y algún blog de opinión literaria cuyo enlace copio a continuación por ser muy recomendable:

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